Por Marta Veiras Noya (2º ESO)
A mí este libro me
gustó mucho porque es una historia muy bonita. Además, si lees el título sin
leer el contenido te parece que es un libro para niños pequeños. Luego, cuando
lees el libro te das cuenta que es también para adultos.
Las sensaciones que
me produjo la lectura fueron:
- SORPRESA:
porque no me imaginaba que el principito fuera a dar tanta importancia a la
flor que tenía en su asteroide.
- TRISTEZA:
porque al final el principito le pica la serpiente y cae al suelo.
Una de las cosas
que ma ha llamado especialmente la atención fue cuando el principito fue
visitar al farolero. Me ha llamado la atención porque el planeta del farolero
era muy pequeño y también la profesión que tenía. El farolero tenía
que encender y apagar el farol cada minuto, cuando era de día y de noche. Aquel
planeta giraba muy deprisa porque era muy pequeño.
“La mañana de la partida puso en orden su planeta.
Deshollinó cuidadosamente los volcanes en actividad. Poseía dos volcanes en
actividad. Era muy cómodo para calentar el desayuno de la mañana. Poseía también
un volcán extinguido. Pero, como decía el principito: “¡No se sabe nunca!”
Deshollinó, pues, igualmente el volcán extinguido. Si se deshollinan bien los
volcanes, arden suave y regularmente, sin erupciones. Las erupciones volcánicas
son como el fuego de las chimeneas. Evidentemente, en nuestra tierra somos
demasiados pequeños para deshollinar nuestros volcanes. Por eso nos causan
tantos disgustos.
El principito arrancó también, con un poco de melancolía,
los últimos brotes de baobabs.”
Esta cita
del libro refleja la importancia que tenía la flor para el principito.
El principito deshollinaba los volcanes de su asteroide porque si se producía
una erupción volcánica ya sabía que su flor se iba a ir. Además, también
arrancaba los baobabs.
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